
Un bosque de hayas que crece sobre una antigua colada de lava del volcán Croscat, en el corazón del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Un lugar donde la naturaleza se muestra serena y poderosa a la vez, como si hubiera aprendido a hablar en silencio.
Su frondosidad es constante. Te envuelve desde el primer momento y te hace empequeñecer ante la altura de los árboles, pero nunca sentirte insignificante. Es una presencia que acompaña. La luz, en lugar de entrar de golpe, se filtra entre las ramas con sutileza, proyectando formas cambiantes sobre el suelo y creando una atmósfera que invita a caminar sin prisa.
Los colores del bosque varían según la estación. En primavera todo es verde y húmedo, en verano la sombra protege del sol, en otoño estalla una paleta de rojos, ocres y amarillos, y en invierno el silencio lo cubre todo como un velo. Pero siempre permanece ese latido natural que acompaña cada paso. Un ritmo lento, amable, casi hipnótico.
Desde el suelo, la Fageda parece infinita. Pero si algún día decides verla desde el aire, la perspectiva cambia. Gracias a Vol de Coloms, puedes elevarte en globo aerostático y contemplar cómo este bosque se extiende como una alfombra viva, dibujada sobre la piel antigua de los volcanes. Una visión serena y sorprendente que te permite comprender la grandeza del paisaje de otro modo.
La Fageda d’en Jordà no es solo un bosque. Es un lugar donde todo se vuelve más sencillo, donde la naturaleza te enseña a mirar de otra manera, a respirar más profundamente, a escuchar sin prisas.