Somos lo que comemos, y en cada mordisco nos conectamos con la tierra que nos rodea, con la naturaleza que nos nutre. Iolanda Bustos, chef biodinámica y experta en ingredientes botánicos silvestres, nos recuerda esta variedad esencial con cada plato que crea. Con ella, pasear por el Empordà es más que una simple caminata, es un viaje profundo hacia las raíces de esta tierra, donde la fauna y la flora silvestres se convierten en protagonistas de nuestra dieta y de nuestro bienestar, cien por cien mediterráneos.
Recoger flores, brotes y frutas es un acto de conexión con el ciclo de la vida. Cada planta que encontramos a lo largo del camino lleva inscrita la sabiduría de la tierra, una energía que ha estado recogiendo la fuerza del sol, la frescura de la lluvia y la pureza del aire. A través de las manos de la chef, estos ingredientes se transforman en platos llenos de vida, donde lo que comemos no solo nos alimenta físicamente, sino también emocional y espiritualmente.
Paseando por el Empordà, acompañados por su conocimiento, aprendemos a ver el paisaje de una manera nueva, con los ojos que captan los detalles ocultos, las pequeñas joyas botánicas que a menudo pasan desapercibidas. Es una experiencia de descubrimiento constante: una flor que florece al lado del camino, un brote tierno que espera ser cosechado, una hoja que guarda en sí misma el sabor de la tierra y sus propiedades curativas.
Cada ingrediente que la naturaleza nos ofrece nos habla de su función, de su historia. Las flores silvestres que cosechan nuestras manos, antes de formar parte de un plato, ya están llenándonos de una sensación de arraigo, de un retorno a aquello más esencial. Saber que aquello que comemos no solo nos alimenta físicamente, sino que nos conecta con el entorno, nos recuerda la importancia de vivir en armonía con la naturaleza.
Cuando estos ingredientes llegan al plato, la magia continúa. Iolanda transforma estos tesoros de la tierra en creaciones gastronómicas que no solo deleitan los sentidos, sino que nos hacen reflexionar sobre nuestra relación con lo que comemos. Cada bocado es una forma de recordar que somos parte de un ecosistema que nos nutre y nos sostiene.
Este acto de alimentación consciente, de recoger y cocinar con respeto al ciclo natural, es una manera de vivir con plenitud. Comer no es solo un acto de supervivencia, es una experiencia de conexión con el mundo que nos rodea. Así, somos lo que comemos, porque cada ingrediente que llevamos a nuestro cuerpo nos alimenta por dentro y por fuera, nos da fuerza, salud y equilibrio, y nos conecta con el conocimiento y la tradición ancestral de la naturaleza, en nuestros platos.